Todo comienza con la decisión de vender, a partir de ahí comienza la labor de ponerla en mercado, puede sonar sencillo ¿no? Pero la verdad es que solo da inicio a una lista de tareas para favorecer una venta rápida y conveniente.
Elegir el precio adecuado para la competencia, escoger una inmobiliaria de confianza y por último (pero, para nada, menos importante) poner la vivienda tan atractiva a los ojos de los compradores como sea posible y es que, de nada vale un buen precio para un sitio que no genere deseo de ser habitado. Pensar en una venta así pocas veces logra ser concretada, por eso resulta fundamental las mejoras. Dar buenos toques en el interior puede constar de mover de manera estratégica los elementos con los que ya se cuenten, además de una limpieza profunda, por supuesto. Así “matamos dos pájaros de un tiro”. Más orden siempre es sinónimo de buena presencia, tomando en cuenta la luz y los colores se puede obtener un toque diferente, sin embargo, no es descartable ciertos gastos para sumarle detalles positivos o reparaciones que nos eviten reclamos futuros con los próximos propietarios, por esto recomendamos: Revisar exteriores y superficies: Paredes, techo, áreas verdes, ventanas y puertas. Y es que es preciso una buena conservación, pues, la primera impresión de tu hogar, cuenta. Mantenimiento de interiores: Caños, tuberías, electricidad, empotrados. El cuidado tan interior como el estado exterior de la vivienda debe transmitir tranquilidad, seriedad, confianza y dar una bienvenida a sus posibles compradores.